IN CONVERSATION: THE ABSURD AND URBAN TRANSFORMATION
Pedro Reyes & Antanas Mockus Šivickas
Antanas Mockus Šivickas applied his unusual political philosophy to Colombian politics as mayor of Bogotá. Pedro Reyes is a Mexican artist whose work encompasses design, film, architecture, and pedagogy.
Antanas Mockus Šivickas lives in Bogotá, Colombia
Summario en Español
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CONVERSACIÓN.
Pedro Reyes & Antanas Mockus Šivickas
Pedro Reyes es un artista mexicano cuya obra combina el diseño, el cine, la arquitectura y la pedagogía, con el objetivo de crear soluciones a los problemas sociales mediante el aumento de la capacidad de acción individual y colectiva. Odia las armas y hace algo al respecto. En 2008 fundió 1.527 armas automáticas y las convirtió en el mismo número de palas, que fueron utilizadas para plantar árboles en todo el mundo. También transformó 6.700 armas en instrumentos musicales, ya que, como dice, “la música es lo opuesto a las armas”.
Antanas Mockus, como alcalde de Bogotá (1995-1998, 2001-2003), llevó una filosofía política inusual a las masas para crear un cambio tangible y duradero en la comunidad. Sus iniciativas poco tradicionales fueron fundamentales para la transformación del tráfico y la reducción de contaminación en la metrópolis, la reducción de la alta criminalidad, y han convertido a Bogotá, una ciudad de 7 millones de personas, en una de las capitales más habitables de América Latina. Se preocupa por la seguridad de las mujeres, así como su derecho a la fiesta, y lo demostró mediante la organización de conciertos gratuitos al aire libre y especialemente para las mujeres, mientras que los hombres se quedaban en casa y atendían las tareas del hogar. Contrató mimos para reírse de los peatones imprudentes en lugar de multarlos, reduciendo significativamente las violaciones de tráfico, y demostrando que el miedo a la humillación pública es una manera eficaz de conseguir un cambio efectivo en la ciudad.
El absurdo y la transformación urbana es el núcleo de este debate. Estábamos viendo la etimología de donde provienen estos absurdos. Nos gustaría hacer algo poco usual, jugar a un juego. Antes de eso, quiero enseñar un par de vídeos de Antanas.
En Colombia se organizó un concurso preguntando a la gente que identificasen buenos y malos comportamientos en una página. Me pidieron que les ayudara a hacerlo.
Acepté la propuesta y eso fue lo que hice, lo que habéis visto en el vídeo. Fue la propuesta de un periodista con mucha imaginación. Acepté hacerlo durante cinco minutos.
Esa noche, los periodistas colombianos querían que repitiese, y al día siguiente los periodistas internacionales querían que lo repitiese también.
“Alcalde, por favor, trabaje”, me dijo una señora, “deje de hacer el indio”. Divertirse con lo estético es peligroso.
Conseguiste convertir la ciudad en un gran juego en el que la gente enseñaba tarjetas a los demás para evaluar el comportamiento. Normalmente, hacer reglas o pagar impuestos, y otros problemas se resolvían invitando a la gente a jugar. La redistribución es muy difícil: tú quieres tomar lo más que puedas, pero ellos también quieren tomar los recursos.
Introducir el sentimiento de juego cambia esto. Los discursos políticos redistributivos tienen un componente de odio. La lucha por la justicia social es amarga. En este caso la idea era que todo el mundo ponía y todo el mundo tomaba. Todo el mundo tenía que jugar.
En mi primera campaña este dado fue mi mayor inversión. Nuestros gastos eran 12.000$, y más de la mitad fueron pequeños dados. Fue muy eficiente, porque una compañía de periodismo muy importante, en un programa de televisión, tenía este objeto y lo mostraba en primer plano mientras los periodistas lo explicaban: “todo el mundo pone, todo el mundo toma”.
Gané dos elecciones prometiendo más impuestos. En la primera tuve el placer de hacer algo absurdo y divertirme. En la segunda fue más difícil, con una economía en crisis, y tuvimos que convencer a la gente que cuando la economía fluye las inversiones sociales son importantes, pero cuando se para son todavía más importantes.
Este dado tiene originalmente seis caras, y es un juego de azar, de suerte. Pero pusimos una séptima cara, una que no está en la pirinola original. Ahora tienes una combinación de azar y vamos a jugar y a tener la misma cantidad de puntos que yo tengo. Tradicionalmente hay un resultado en el que no tienes decisiones. Tienes que escoger en la nueva pirinola entre poner uno y tomarlo todo.
Lo que entiendo de lo que hiciste es que pediste a los ciudadanos que pagaran el 10% más de impuestos y conseguiste subir en un 30% la recolección de impuestos. El gran incentivo para los ciudadanos para hacerlo era que podían escoger a dónde ese 10% iba a ir, y eso realmente les excitó. Fue una especie de casino en el cual ibas a pagar impuestos y se te daba una moneda, luego ibas a una mesa donde este juego, la pirinola, tenía lugar. Así, la gente tenía voto sobre la decisión de cómo se iba a gastar el dinero del erario público.
Una idea era poner una cara más: todo el mundo toma. La otra era marcar los recursos públicos, que son recursos sagrados, haciendo de esto una especie de disfraz.
Para Pierce, el guafo es igual antes y después de la santificación, pero para William James, psicólogo e hijo de sacerdote, estaba claro que un guafo consagrado es diferente en sus consecuencias de un guafo normal. Podemos preguntarnos quién piensa si es valioso robar un disfraz consagrado si lo comparas con robar un disfraz o vestido no consagrado.
¿Quién piensa que es lo mismo una cosa que la otra? ¿Quién piensa que es mejor una cosa que la otra?
Si les preguntásemos sobre si esto es una obra de arte que pudieran firmar o no, yo creo que no lo firmarían (Pedro Reyes).
Antanas: Creo que es peor robar un vestido consagrado y no convencí a nadie de ello.
P.R.: Quieres decir que en el contexto ha habido siempre un hecho en la sociedad, que ha sido más de dar, y los recursos públicos están malgastados, son una especie de robo del dinero privado. Tú intentaste decir que pagar impuestos es la mayor prueba de amor a tu país.
Imagina una sociedad desesperada, por la mañana, esperando el momento en que se abre la puerta del recolector de impuestos. Esperas durante horas para entrar a un concierto, es posible que suceda eso, que varias personas estén ansiosas por pagar impuestos.
El consejo de la ciudad no aprobó los impuestos que propuse en la segunda legislatura. Propuse un 10% más en el impuesto inmobiliario, y se llamaba impuesto voluntario. En español es genial, porque literalmente dice “impuesto” y “voluntario” en la misma frase. Muchas familias lo pusieron y al año siguiente el consejo estaba asustado al respecto, así que aprobaron la propuesta, porque el segundo paso era hacer grandes manifestaciones. La gente quería pagar los impuestos, y eso hubiera tenido consecuencias muy bonitas. En sesiones de planificación seguíamos estos puntos, marcábamos recursos públicos, recursos sagrados… Y la gente tenía que marcar en un papel dónde querían poner dinero de la ciudad. En algunos casos marcaban justicia social, poniendo el dinero en otro lado. La gente, muy frecuentemente, se metió el dinero en el bolsillo, y al final teníamos el 80-85% del dinero, no el 100%, así que preguntamos que si habían cogido dinero accidentalmente y les pedimos amablemente que lo devolvieran.
Si daban la mitad de las monedas, les cantaba el himno nacional.
En medio de los dolores, el bien germina, dice el himno.
La pirindola tiene un status problemático ahora mismo, porque se hizo con dinero público y lo estoy usando fuera de su función oficial. Un argumento podría ser que la ciudad nos habría destruido, pero en lugar de destruirla el nuevo gobierno me dio 3000 monedas de éstas.
Ésta está marcada sólo para poner, no para tomar.
¡Juguemos al juego de colocar recursos!
La gente paga impuestos y normalmente intenta pagar lo menos posible. El dado dice que puedo tomar uno o poner uno. Voy a poner uno en sanidad y uno en arte.
Toma la decisión por todos, no es democrático. Hay una tentación, aquí. Pongo uno para la seguridad.
Escojo que todo el mundo tome. Ahora podemos escoger dónde ponerlos: si has visto que hay un montón de monedas con entradas para educación, quizás quieres distribuirlas un poco, quitar de educación y ponerlas en seguridad o defensa. Si no ves cómo los demás han votado tú votas muy diferentemente. Mucha gente espera a ver cuál es la decisión de los demás y a partir de ahí la sigue, y mucha gente reacciona para compensar: lo interesante es qué pasa cuando no ves qué han hecho los otros.
¿Cómo hacer una redistribución dulce? La gente rica en Colombia a veces dicen que hay dos grandes diferencias: reduzcamos. Hay canciones que ilustran muy bien la actitud de algunos líderes de izquierda, que es “tú no me vas a dar nada, me vas a retornar lo que me has quitado, lo que es mío de secula seculorum”.
Hay a veces violencia, porque no tenemos la paciencia para esperar a que la gente acepte la distribución con buena voluntad y buenas maneras.
¿Cómo llamas al momento en que una persona llega a un acuerdo en Internet de ir a un lugar para hacer un flashmob? ¡Imaginaos un flashmob de impuestos!
Para los que quieran tomar una de éstas como souvenir y jugar al absurdo, podéis coger algunos, pero sólo si lo cogéis con la boca y no con la mano.
Recursos públicos, recursos públicos…
Es en serio, no bromeo. Estoy radicalmente convencido de que la humanidad no puede arreglar muchos de sus problemas sin un salto en la tradición religiosa y la conexión entre el arte y la religión es, ¿os acordáis?, el texto de Nietzsche, “Dios está muerto”, tenemos que convertir este texto en una especie de rezo de todos los días. Al final del día, leed el texto de Nietzsche.