KEYNOTE PRESENTATION
Lucy Lippard, Location/Dislocation
Lucy Lippard, art critic, writer, curator, and activist, has played a critical role in shaping—and simultaneously deconstructing—what we define as “art.”
Lucy Lippard lives in Santa Fe, New Mexico
Summario en Español
Summario en Español
“Locación-dislocación”
Fue genial ver las ideas específicas que se presentaron ayer. Voy a ser mucho más general y un poco más retro: hay mucha reinvención sucediendo ahora.
Yo no soy experta en espacio urbano, pero voy a usar el collage estético, que ha sido siempre mi línea de flotación y de vuelo.
Voy a hablar de un pueblo en Nuevo México donde viven 250 personas. El subtítulo del libro que publiqué hace unos años era “Sentidos del lugar en un lugar multilugar”. Un verdadero sentido del lugar es un compromiso político, una experiencia virtual, y una experiencia de familiaridad. El sentido del lugar deja claro que todos los sentidos están comprometidos.
Las fronteras están borrándose rápidamente entre lo urbano, lo suburbano, lo exurbano… Y cada vez es más difícil señalar las locaciones y dislocaciones. La ciudad está sostenida por el invisible “otro”. Muchos niños no saben que las vacas producen leche. Estamos haciendo fracking en lugares rurales para extraer agua, contaminándola.
La antítesis material de la ciudad moderna es precisamente esta extracción de agua a través del método del fracking. Si la ciudad es vertical, el paisaje es predominantemente horizontal. Es un paseo.
Los lugares rurales dan, los lugares urbanos toman. Y se ha demostrado cómo las teorías críticas demuestran poca sensibilidad hacia lo vernacular y lo rural. ¿Podría abrir la crítica teórica, por ejemplo, espacios creativos en los lugares indígenas? Es lo que deberíamos plantearnos.
Para mí un multicentro implica una sensibilidad serial continuada del lugar. Como decía Henri Lefebvre, un nuevo espacio no puede nacer y producirse si no acentúa las diferencias. Quizás haya posibilidad de un regionalismo multicentral. Todos los lugares existen entre las visiones internas y las visiones externas de esos lugares. Muchos habitantes de NY vienen de fuera, pero sus hábitos y expectativas han formado esta ciudad.
Hay una dislocación voluntaria (emigración) y una involuntaria (los refugiados políticos). ¿Qué tienen en común Manhattan y Nuevo México? La dislocación a través de la gentrificación. En 1907 se editó un libro llamado “La suburbanización de Nueva York”. Yo revisité los lugares en los que había vivido hace diez años y decidí recorrer todos esos sitios. La gentrificación ha cambiado la mayoría de esos lugares en los que crecí.
Fui al parque donde solía llevar a mi hijo y me encontré con una gran mole de cristal. Es más fácil reconocer un lugar que intentar hacerlo o rehacerlo. El placemaking, a veces lo hemos visto, es idealista, incluso predatorio. Deja ver la diferencia entre las imposiciones externas y el deseo interno. En 1970 se propuso la noción de entrevistas radicales para que los artistas pudieran captar las energías urbanas de transformación. Las ciudades están en constante negociación, ninguna comunidad monolítica. El verdadero deber de una gran ciudad es hacer lugar, utilizar el arte para recodificar la ciudad. La gentrificación es una herramienta útil para hacer y destruir lugares.
Los artistas han sido lo que me gusta llamar un ala de la gentrificación. Es el proceso, por ejemplo, que creó Soho y Galisteo Village.
Cuando un barrio vibrante como el Village está ahora deviniendo artísticamente vibrante, hay un gran peligro de cooptación de los gobiernos públicos en la construcción de la identidad de este lugar.
La gente, por ejemplo, que fue desalojada a otros lugares porque llegaban artistas se movieron a otro lugar, los artistas a veces los siguieron; y la gente que se rodeaba de artistas porque vivían allí decidieron convertirse en artistas.
En los 80, activistas de la izquierda intentaron revitalizar lo social, insatisfechos con la estrechez del mundo artístico en el que se suponía que debían triunfar.
La colaboración geográfica puede producir una mezcla de alta y baja cultura. Poner las cosas juntas pero sin eliminar su identidad es la metáfora de la democracia cultural. Las casas okupa eran vehículos para el cambio social pero también para la creación artística y los espacios públicos fueron reconocidos como tales, y hubo una prisa por representar a través de cómics y otras formas artísticas lo que estaba sucediendo en la ciudad.
La gentrificación responde a otro tipo de lógica, más ecologista, más pervasiva. Hay
gentrificación y está la gente, que tiene la misma raíz lingüística, pero son distintas.
Mi contacto con lo hispano empezó en los 50. En los 70, con varios hippies, nos mudamos a un pueblo y los hispanos que habían llegado a ese lugar 200 años antes ya no estaban allí, casi todos se habían ido, y volvían los sábados para ir a la iglesia.
Los ranchitos de Galisteo, el lugar donde se han ubicado los deslocalizados de Galisteo, es ahora más grande que el propio Galisteo. Americanos nativos están intentando proteger espacios sagrados, los hispanos están luchando por el reconocimiento de esa tierra como parte de la herencia hispana, y los angloamericanos no son conscientes muchas veces de esas historias.
Nos estamos quedando sin agua. El cambio climático es muy visible. Los recursos naturales se están extrayendo como si no hubiera mañana.
Aspiro a tener una mirada crítica en esa distancia de la ilusión de progreso ilustrada, pero también la que se distancia del historicismo nostálgico que intenta mantener una sentimentalidad de los orígenes en el centro de su discurso.
Durante años he estado preocupada con la idea de energías sociales que no han sido reconocidas como arte; he trabajado en comunidades, caminos, preservación, periódicos… Cuestiones que se trabajan consideradas arte pero también por la izquierda como política suave.
Esas energías sociales atraen el mainstream del arte comercial. Puedes nombrar algunos artistas conocidos, la mayoría mujeres, que han trabajado durante décadas y han colocado barreras entre el arte y ese tipo de actividades, un mantra que tenían era “el arte es arte y todo lo demás es todo lo demás”.
Esto puede ir hasta Duchamp: los readymades, ¿dónde los colocamos? ¿Pop art? ¿Minimalismo que muestra el proceso de fabricación? En esta trayectoria incluiría mucho arte público y otras cuestiones políticas. Antes de vivir en Occidente veía las obras de arte público como una especie de almacén de arte.
La mayoría de trabajos de arte que terminan en lo rural vienen de personas que viven en el medio urbano y se enriquecen de medios y expectativas de una cultura urbana. Los artistas son cómplices de la manera en que el mundo se ve.
Entre lo rural y la ciudad hay un juego entre locación y dislocación. Cuando se desaloja un pueblo hay un momento de ruptura de identidad en la cual los artistas pueden trabajar. Necesitamos optimismo radical, necesitamos analizar nuestros éxitos sin centrarnos en nuestros fracasos: nuevas ocupaciones, nuevas fuerzas… e incluso ignorar la falsa dicotomía entre espacios rurales y urbanos. Eso dice Laura Kendrick, por ejemplo, y se puede seguir esa agenda, pero si lo haces, “te deseo una feliz muerte”.