Summario en Español
Sally Tallant en conversación con Khaled Hourani
ST: Es fantástico estar aquí. Un par de preguntas: has recibido el premio por tu compromiso como artista, curador, profesor… Me gustaría que estos aspectos apareciesen en la conversación.
Empezaré preguntándote sobre la complejidad a la que te enfrentas cuando haces trabajos en un lugar conflictivo, en guerra. ¿Cómo te acercas, como artista? ¿Qué decisiones tomas como escritor, como profesor? ¿Por qué usas las plataformas que usas? ¿Qué puedes hacer como artista en un lugar en guerra?
K.H.: Hay arte, gracias a Dios, para vivir la vida de maneras distintas. Y te ofrece una sombra de la vida real, te permite pensar diferente y descansar de la vida real. Es una gran suerte estar en las circunstancias para un artista: tienes muchas ideas y proyectos… Y un lugar que no está en guerra puede ser más dificultoso para encontrar ideas para crear trabajos.
Es negativo y es positivo a la vez, en consecuencia. No sé cómo es una vida normal. Llevo viviendo muchos años en una guerra, he crecido en una. Pero también este tipo de situación conflictiva te da buenas ideas. Cotidianamente te enfrentas a muchos obstáculos y tienes que pensar de maneras distintas cómo resolver esas cosas, cómo pensar y usar tu imaginación de una buena manera para soñar.
ST: Deberíamos hablar de algo específico. Habla del proyecto que se mencionó ayer, primero quiero preguntarte cuestiones obvias: me dijiste que ayer fue el cumpleaños de Picasso, hoy tendría 122 años. Picasso dice: “empiezo con una idea y luego se convierte en otra cosa”. Eso es relevante. Querría que me explicases cómo empezó tu idea hacia Picasso.
K.H.: Empezó como una broma, pero al final fue un dolor de cabeza… En 2009 la idea era coger un trabajo original de Picasso para ponerlo en una exposición en Palestina por primera vez en la historia, pero como no tenemos un Estado, tampoco un museo, era una misión imposible: sin Museo y sin Estado no puedes traer un Picasso. Cuando intentábamos conseguir financiación la gente se reía y nosotros también. Ahí entra el componente de humor: nosotros nos reíamos también. Afortunadamente conseguimos traer el Picasso en 2011 y se mostró en la Academia Internacional de Arte en Ramala durante un mes. Entre cinco y seis mil personas acudieron a verlo, un único cuadro de Picasso, era lo único que había allí, y volvieron a casa seguros.
ST: Por supuesto llevar una obra de arte a un lugar de guerra es desafiante. ¿Puedes hablar de qué pasos has tomado y qué negociaciones hiciste para conseguir llevar un Picasso a Palestina? ¿Cómo has asegurado la integridad del Picasso, sobre todo a las aseguradoras de arte? ¿Qué garantías diste?
K.H.: Hay que usar la imaginación… El museo en Holanda nos dio una respuesta positiva, estaban preparados para negociar acerca de esta idea, empezamos a hablar con los gobiernos, con las aseguradoras, con las autoridades de Israel, sobretodo el ministerio de defensa… el cuadro debía pasar por Israel! La autoridad palestina debía informar a la autoridad israelí de que un cuadro de Picasso iba a cursar los dos países…
Los desafíos. Puedo sólo decir que no sé cómo pasó, puedo hablar de 20-30 personas que colaboraron, pero no sé todos los detalles. Pero las compañías de seguros, por ejemplo, tienen que tener a alguien en la región a quien puedan visualizar, y hay que preguntarse cuál es su papel, y también el del museo. Ellos investigan a qué país va el cuadro, las condiciones de seguridad… Para mí es muy difícil saber cuál fue la situación en la aseguradora y qué pensaron ellos.
Una de ellas rechazó el proyecto, pero otra, que asegura el atún en el Mediterráneo, habló con nosotros. Para mí todo el proyecto era un proceso de aprendizaje, y yo no sabía que el atún en el Mediterráneo estaba asegurado, no tenía ni idea.
ST: Al final tuvisteis un seguro de pescado para el cuadro de Picasso, y llegó a la frontera.
K.H.: En Palestina no hay frontera porque no hay estado! Hay gobierno, pero no estado. Así que tenemos que coger el trabajo desde Holanda (Ámsterdam) hasta el puerto de Tel Aviv, y de Tel Aviv a Ramala. Eso requiere una solución para las condiciones atmosféricas del museo y cumplir los requerimientos del museo holandés del cual provenía el cuadro.
Intentamos investigar y dar al museo la sensación de que la autoridad nacional de Palestina se iba a asegurar de que no le iba a pasar nada al cuadro. Esto fue lo que al final convenció tanto al Museo como a la empresa de transportes, a partir de lo cual dieron el visto bueno al proyecto.
ST: ¿Cómo fue recibido este proyecto?
K.H.: La academia, los estudiantes, los palestinos fueron muy generosos. Cuidaron muchísimo el trabajo, durante 24h siempre había alguien vigilando el cuadro…
ST: Era una pintura vigilada por dos guardias todo el tiempo.
K.H.: ¡Añadirle a un Picasso un par de guardias!
Lo que mostré en Documenta es un regalo de un prisionero político. Me envió una postal con un dibujo en tinta y café y esa postal se solía enviar a la familia del prisionero y al revés. Estando con Charles Odestein recibí esta carta. Piensas detalles e historias sobre la obra de arte, cómo lo vas a recibir, cuándo lo verás. Pero no esperas recibir en el correo una obra de arte.
Él dibujó el Picasso en la postal y enviármela felicitándome por el proyecto y diciéndome que le gustaría haber estado allí. Quería responderle, pero me dijeron que si no era familiar no podía enviar la carta. Decidí publicar su postal y mi carta en un libro. Eso, después, se expuso en Documenta XIII.
ST: Este proyecto es muy interesante. Resuena en un contexto global de cómo usamos las plataformas de las exposiciones, cómo somos capaces de hablar de una situación real y metafóricamente. Ayer me hablabas de trabajo contextual, trabajo en el momento. A mí me gustaría hablar de lo que estás haciendo ahora. ¿Cómo estás usando lo de este proyecto para tu próximo proyecto?
K.H.: Lo que es bonito cuando tienes éxito es que lo puedes usar en el siguiente. Por supuesto lo usaré en el futuro, pero todavía no sé cómo y debo pensarlo despacio. Estoy haciendo dos proyectos: uno con Libia y otro con Irak. Estaba hablando con Tom Shepard sobre el de Irak. La región entera de la primavera árabe nunca ha sido así. Hay esta esperanza y yo no estoy seguro de cuánto arte puede ser una cosa buena en esa situación. Creía que el arte hacía la vida mejor, así como la filosofía, la teoría… Todas estas cosas, que los seres humanos quieren ser buenos a través de esos…
Pero en Egipto, Yemen, Irak, Palestina, Libia… la situación es completamente loca. Me gustaría hacer algo que tenga que ver con esto.
Mi proyecto en Libia es hallar un cuadro de un artista palestino famoso que estaba allí y desapareció. Quiero saber dónde ha ido ese cuadro. Sabemos mucho de Gaddafi, sus gafas, etc., pero no sabemos mucho de cultura, de comida… del día a día. Este proyecto lo he utilizado para ir allí y aprender cosas sobre Libia.
ST: ¿Crees que podrías hacer este proyecto si no hubieras hecho el proyecto anterior?
K.H.: Le escribí una carta oficial al nuevo gobierno de Libia hablándoles de mi proyecto sobre Picasso y del que quiero hacer allí. Voy a enviarles una imagen de esta conversación que estamos teniendo y seguro que si ven que he hecho algo en NY estarán muy interesados.
ST: ¿Puedes hablar de tu experiencia de academia en Ramala?
K.H.: La academia empezó como proyecto artístico y después se convirtió en algo más social: tenemos estudiantes, profesores… Se usó como plataforma para muchos artistas, para enseñar y trabajar con creadores locales, estudiantes y para nosotros, diría, como artistas, la mejor manera de aprender es enseñar y tener un diálogo inteligente, conectar con lo que la nueva generación piensa y hace. Yo era un mal estudiante en la academia, debo decir.
ST: Muchas gracias por tu trabajo y por estar aquí. Creo que es importante que la gente se comprometa con la idea de estar en lugares difíciles y hacer cosas de estas situaciones específicas difíciles. Mucha suerte en Libia y esperamos que encuentres el cuadro de ese artista palestino que vas a buscar. Felicidades de nuevo.