IN CONVERSATION
Rick Lowe, Founder of Project Row Houses, and Nato Thompson, Chief Curator, Creative Time
Summario en Español
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Rick Lowe y Nato Thompson.
Quiero hablar de raza, dijiste en el backstage.
Rick Lowe: Estoy preocupado por varios niveles del tema de la raza. El país ha estado también ocupado por la raza. Para mí fue un momento clave cuando un miembro del jurado dijo que el asesinato de Trevor Martin no había tenido nada que ver con la raza, pero es que todos los miembros del jurado eran blancos a excepción de uno.
Vengo de una comunidad artística desde la cual he intentado moverme hacia las prácticas sociales. Me pregunto ¿está la práctica social gentrificando el mundo del arte? Es una pregunta para mi generación: la mayoría de la gente de mi generación estamos viviendo esto. Muchos artistas de mi generación lo que quieren es ayudar a que las cosas cambien, ayudar a los activistas, etc., aun sin dejar de ser artistas.
Hay un montón de agentes y prácticas sociales con credenciales, no anónimos. Pero lo que me interesa son aquellos que están trabajando en sus comunidades y nadie habla de ellos precisamente porque no tienen credenciales, se les pasa por alto.
Nato Thompson: La gentrificación es una cuestión de recursos. ¿Hay tensiones en las ciudades, tú lo ves, cuando la gentrificación tiene lugar?
R.L.: Creo que la gente que vive en la comunidad no es consciente de lo que sucede, es cuando vienen agentes de las prácticas sociales que informan sobre lo que pasa, pero no hay tanta comunicación como a mí me gustaría entre los miembros de una comunidad y aquellos que intentan transformarla.
N.T.: Quizás, cuando hablas de raza, tienes que ser estúpido y naif. ¿Qué herramientas tenemos para ir más allá de eso?
R.L.: Cada vez más, la gente quiere involucrarse en proyectos de prácticas sociales. Nos preguntamos ¿tienes las herramientas para hacer lo que quieres hacer o necesitas dar el poder a otras personas para que suceda lo que quieres?
Si yo empezase un proyecto ahora no querría demasiado control sobre lo que hago. Hace años, cuando empezaba un proyecto, quería control porque quería que todo fuese rápido. Ahora lo veo de otra manera, el proceso mismo es lo que constituye un servicio social: no requiero tanto control como antes sobre las acciones que mi organización pone en marcha.
Ya que somos una asociación con recursos, a nuestro alrededor hay asociaciones que empiezan y básicamente les damos nuestros recursos.
N.T.: En la manera de relacionarse en las artes y en las prácticas sociales hay muchas diferencias, pero hay un deseo de compartir y trabajar juntos. Sin embargo, a veces no predomina el compartir tanto sino la ocultación sobre lo que está haciendo en ese momento.
El arte y los espacios de justicia social se han situado históricamente en relación a la raza, con intenciones igualitarias, pero no dejo de notar, a pesar de los años que han pasado, hay un espacio, un agujero entre la gente que acude a los eventos a favor de la justicia social y la gente de la que se habla en estos eventos sobre justicia social.
R.L.: Lo que hacéis aquí es a través de la lente del arte, el cruce entre arte y justicia social.
Una compañera ha organizado un proyecto multirracial. Lo que nos enseñó fue que no empezásemos a trabajar con una idea, sino con las herramientas que teníamos a mano. En última instancia, tenemos que saber qué hacer para no dar la impresión que esto consiste en: vete a una escuela de arte, y cuando salgas vete a ayudar a los pobres. Porque si este trabajo consiste en algo para mí, es el empoderamiento: empoderar la raza humana y la gente, para que puedan dar forma a los lugares donde quieren vivir y ser. Eso no lo haces creando espacios para esa gente. No es una cuestión de lo que tú haces por otros, sino de lo que permites que a través de ti los otros hagan para sí mismos.
N.T.: ¿Cuál es tu visión sobre el placemaking en relación al arte?
R.L.: Para mí es difícil hablar de placemaking. Creo que la gente hace el lugar, empiezas con la gente. La conversación en torno al placemaking es en realidad sobre un espacio físico. Un artista joven dijo que era más fácil ir al lugar que llegar a la gente. El placemaking oculta esa división entre llegar a un lugar y llegar a la gente.
N.T.: ¡Es mucho más fácil llegar al lugar que a la gente!
R.L.: Tú puedes ir a donde quieras, ocupar una casa… Tenemos un montón de casas vacías que podemos ocupar. El problema es darle el poder a la gente no sólo que vive en esa casa sino la gente que está alrededor, ¿cómo los empoderas?
Con la cantidad de cosas que se han hecho, la pregunta es cómo maximizar eso. Tenemos espacio, podemos ocuparlo, sabemos cómo hacerlo, pero ¿cómo podemos hacer que las personas que están allí se empoderen?
R.L.: En mi círculo, la gente piensa sobre la raza todos los días. Comprometerse en el placemaking en una comunidad con afroamericanos implica ser consciente de que todos los días vas a hablar de raza.
R.L.: ¿Cuál es tu momento de raza?
N.T.: Yo hacía breakdance en el instituto. Cuando me fui a los suburbios, los que hacían breakdance eran mejicanos. Y se reían de mí en español, y mis amigos anglos se reían de mí porque estaba siempre rodeado de “chicanos”. Pero para mí, ahora que ya tengo una edad, ver dónde están mis amigos mejicanos del breakdance y mis amigos anglos, con los que estudiaba, realmente habla mucho de cuánto determina la raza en las posibilidades que tienes en este país.
N.T.: Un amigo dice “yo quiero ser racista”.
R.L.: Eso es muy interesante. La estética puede ser la cosa dentro de la cosa.
En un cierto punto, la cosa dentro de la cosa se puede separar. Por ejemplo: un proyecto en el que quería hacer casas de manera estética, es decir, no sólo alejar sino que fuesen lugares bonitos. Estábamos trabajando en eso, y eso era “la cosa”. Pero nos dimos cuenta que hacer casas para la gente es una cosa en sí misma. Entonces, si nosotros quitábamos el componente estético a la construcción de casas no pasaba nada, las casas se seguían construyendo, y se podían seguir construyendo para siempre.
N.T.: Muchos de estos gestos artísticos no son la solución definitiva, son precisamente gestos. No trabajamos desde el gobierno con planes nacionales de viviendas de protección oficial: trabajamos desde abajo. Pero se quedan en gestos.
Ese gesto connota, sin embargo, el mundo posible, para que la gente vea que es posible, así pues: si es posible, ¿por qué no se está haciendo?
R.L.: Yo veo una fuerte necesidad de los artistas por diseñar cosas que al final les dan dinero. Consiguen hacerse ricos a través de esas cosas.
Pero entonces está el otro tipo de artista: el que no crea cosas, sino que apunta hacia ciertas cosas, que hace ver lo que pasa o lo que podría pasar.
Y se te critica, porque quizás hayas construido ochenta casas y haya muchas más personas que necesiten casa, se te critica por naif.
N.T.: Lo que me gusta de la palabra “gentrificación” es que es aburrida, y también enfada, es decir, unos a otros podemos acusarnos de ser los gentrificadores.
R.L.: John Fetterman dijo que la raza no era la cuestión, sino que se trataba de “clase”. Y estoy de acuerdo.
Sobre las relaciones de raza y clase. Cita de Lyndon Johnson: “Si puedes convencer al blanco más pobre de que es mejor que el negro más rico, no se va a dar cuenta de que le estás robando. Diablos, dale alguien a quien despreciar, y seguro que incluso se vacía los bolsillos para ti”.
R.L.: El siglo XXI va a darle la vuelta a la pregunta. Partiendo de esta frase de Lyndon Johnson, la cuestión de raza no es una cuestión para negros, sino para blancos.