REGIONAL REPORT: SOUTH AFRICA
Marcus Neustetter
Marcus Neustetter explores the intersection between art, science, and technology
Marcus Neustetter lives and works in Johannesburg, South Africa
Summario en Español
Summario en Español
El trabajo en espacios públicos y las comunidades que intentamos crear.
Hace veinte años que tenemos democracia en Sudáfrica. La arquitectura psicológica y física del apartheid pervive. Tenemos un gobierno que intenta cumplir las promesas del año 94 pero no está siendo fácil.
Es un espacio con muchos contrastes: ricos y pobres no se hablan, no coinciden, viven en lugares apartados. Eso explica el sentimiento de miedo que existe. En Johannesburgo siempre te dicen “no vayas aquí”, “no vayas allí”: hay una falta de participación, de compromiso, de confianza. Nosotros queremos cambiar esta dinámica.
Quiero hacer una introducción de Sudáfrica. Hablaré de Johannesburgo y Port Elizabeth.
Johannesburgo existe desde hace 150 años. Muchas infraestructuras se construyeron y el oro que yacía debajo hizo que creciese rápidamente una clase social extremadamente rica.
Lo que tenemos hoy es mucha gente de todas las partes de África que vienen a buscar el oro y hacerse ricos en Johannesburgo. Los lugares públicos están ocupados por gente nueva. Estamos todavía intentando encontrar una identidad. En este contexto creamos un grupo de artistas y aunque hay una falta de financiación para artistas, hemos comenzado a llevar a cabo algunas cosas. Queríamos hacer algo que no entrase en las galerías, algo fuera de esos circuitos.
Hemos creado un grupo que quiere que el 1% del presupuesto se dedique a financiar arte público.
El gran problema es que como las cosas se construyen con acero, luego se roban, porque el acero se vende.
Intentamos entender, como artistas, qué significa colocar esculturas en el espacio, qué significa embellecer espacios. La ciudad está cambiando día tras día porque gente de todo el país y todo el continente viene a Johannesburgo a hacerse rico. Decidimos Steve y yo fue comenzar a hablar con artistas para construir un circuito fuera de las galerías que le diese un poco de sentido al espacio público a través del arte. Hicimos proyectos en Hillroad, unos de los barrios más peligrosos de Johannesburgo. Con cámaras llegamos a esa zona francófona. Nos dijeron que éramos blancos y nos fuésemos rápidamente del barrio. Fue muy curioso que alguien, en francés, nos dijese que nos fuéramos de un barrio en Johannesburgo, donde el idioma principal es el inglés. Decidimos que íbamos a ver a esos inmigrantes, mayoritariamente ilegales, y ver cómo viven, cómo se organizan. Íbamos a meternos hasta el fondo en el barrio. Encontramos un grupo de senegaleses que nos ayudaron y nos hicieron unos mapas de Dakar, porque queríamos ir a la ciudad de la cual venían la mayoría de inmigrantes del resto del continente, y seguimos su mapa, creando un viaje de imágenes de Dakar, mientras nos perdíamos. Al volver, fuimos al barrio e hicimos una reproducción de esas imágenes en un local para mostrarles la ciudad que hacía veinte años que no veían, porque llevaban todo ese tiempo en Johannesburgo.
Otro proyecto tuvo lugar también en ese mismo barrio, del que la mayoría de sudafricanos ya se han ido, en uno de los lugares a los que llegamos tras el proyecto anterior, y nos recibieron en una ceremonia de té mientras se hablaba. Creímos que ese sería un buen lugar para, en lugar de crear esculturas, crear diálogos. Entonces pedimos a los senegaleses que eso que habían hecho con nosotros lo hicieran con aquellos que entraban en el barrio y que no eran de allí: a los que se atrevían a ir, que les recibieran con esas ceremonias del té. Eso cambió la cara del barrio y muchos sudafricanos se sorprendían de la amabilidad de los senegaleses, que en un contexto sudafricano representan el peligro y la pobreza.
En otro proyecto, utilizando este poema de un niño, lo hicimos circular en nuestra red de artistas como propuesta: tuvo mucha circulación y se llevó a cabo. Lo que el niño había imaginado y plasmó en el poema sucedió: se crearon ceremonias, hubo disfraces, se hicieron celebraciones en los barrios…
Una vez sucedió eso, decidimos que eso era un buen lugar para conmemorar con una escultura que eso había pasado: tenía sentido hacerlo. Intentamos hablar del poema de una manera escultural.
Curiosamente, aunque están construidas en acero, no han sido robadas, porque son esculturas que pertenecen a una celebración que fue organizada por la comunidad de ese mismo barrio, con lo cual, por el momento, siguen allí.
Vamos a hablar ahora de Port Elizabeth. Ha sido una ciudad extremadamente visionaria: allí se creó la Ruta 77. Esa ruta comenzó a llenarse de tours turísticos.
La cosa más visionaria, para mí, es otra fórmula de hacer ciudad.
Con 5000 niños de los colegios de Port Elizabeth recreamos la enorme cumbre que celebra el fin del apartheid.