REGIONAL REPORT: TURKEY
Fulya Erdemci
Fulya Erdemci is an internationally renowned curator and writer based in Turkey and the Netherlands
Fulya Erdemci works in Amsterdam, Netherlands and Istanbul, Turkey
Summario en Español
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REGIONAL REPORT: TURQUIA. Fulya Erdemci.
Quiero hablar sobre la Bienal de Estambul, cuyo título es “Mamá, soy un bárbaro”. Ha sido concebida y escrita en julio del año pasado, pero aborda cuestiones de la resistencia de Gezi.
Nos planteamos la cuestión de si públicos múltiples pueden actuar colectivamente y vivir juntos. En esta muestra, en esa plaza, se vio que sí es posible.
Contemplamos nociones de libertad y espacio en la práctica de la transformación urbana. A través de un poeta turco planteamos la cuestión de “Mamá, soy un bárbaro”. Si vamos al origen de lo bárbaro, que viene de la Grecia antigua, en referencia a la gente que no podía hablar el griego y por ende no era considerada ciudadana. Lo bárbaro es importante porque implica cuestiones de lengua y de ciudadanía.
Eso se veía en la ocupación de Gezi, en la primavera árabe, en Grecia, en España o en otros lugares. El arte demandaba un nuevo mundo, entonces tomé la cuestión del lenguaje como algo que necesitamos aprender para entender a los más reprimidos, a los más excluidos, y preguntarnos, en términos de la ciudad, ¿quién es el más excluido?, ¿quién es el más reprimido?
Pero aparte de eso, el arte nos hace ver que algo aparece nuevo en el horizonte, que no podemos ver en qué sistema se está inscribiendo, pero sí necesitamos un nuevo lenguaje para ser capaces de concebir el mundo que viene. En esta exposición intenté juntar distintas respuestas, reacciones y visiones a esta llamada, y por eso quiero daros un pequeño tour de la muestra, concentrado mayoritariamente en trabajos que nos muestran proyectos, posiciones y reacciones de activistas retirados en el campo, en lugares abandonados, poco visibles, y activistas en lugares muy céntricos.
El edificio es el tradicional de la Bienal de Estambul durante los últimos 15 años. A la entrada había una escultura, un gran cráneo que golpeaba el muro del edificio y colgado de una grúa. La exposición se concibió para abrir debate público. Queríamos usar las áreas que más conflictivas y revolucionarias nos parecían en la ciudad, pero después de la ocupación de Gezi, y de que la gente que quería expresar sus ideas fuese encarcelada o incluso asesinada, pensé en ese momento que el arte en el dominio público debía abrirse al conflicto.
El conflicto dio a las autoridades turcas la oportunidad de lavar su cara. Una de las cosas que hicimos fue no colaborar con las autoridades para no reforzar el prestigio que habían adquirido tras la represión de las protestas.
Intenté seleccionar voces conocidas pero también otras muy sutiles. Procuré, en la selección de artistas, hacer dos cosas: desequilibrar el equilibrio en términos de arte y dominio público. Cuando hablas de arte público, hay mucha financiación del gobierno y muchos de los artistas vienen del norte, de la parte norte del mundo. Si ves lo que pasa y es problemático en las ciudades, sin embargo, los agentes de esos problemas, quienes los crean, vienen de la parte este o sur del mundo. Intenté, entonces, tomar artistas del sur: México, Brasil, Argentina… pero también del Oriente Medio, de África y de Turquía. Subí la nómina de artistas que procedían del sur global y reduje la de los artistas procedentes del norte.
En segundo lugar intenté abrir una perspectiva histórica entre hoy y los 60-70. La cuestión del “otro mundo” no era válida sólo entonces. Los 70 fueron muy importantes en lo que respecta a la transformación urbana (Ámsterdam, París…).
Intenté establecer un puente entre generaciones: activistas, artistas jóvenes en los 70, y artistas y activistas jóvenes ahora. El trabajo de Fernando Gómez, por ejemplo, lo coloqué en el centro de la exhibición, porque aporta una visión muy personal en la cuestión del espacio. Otro de los trabajos hablaba sobre la captación del dinero del gobierno en el trabajo de los artistas.
Este es un proyecto postpanorama directamente relacionado con la ocupación de Gezi. Es un proyecto todavía en proceso y es temprano para saber en qué consiste o cómo terminará.
Christoph Schäfer ha pasado tiempo en comunidades de placemaking. Cuando el 16 de junio la policía desalojó el parque de Gezi, cambiaron el nombre de Park Fiction y llamarlo Gezi Park Fiction.
Una de las propuestas fuertes de la exposición fue la obra “Wonderland”, de un artista de Georgia. Es una película sobre jóvenes hip-hoperos que crecieron en un barrio de gitanos. En ese barrio hace 600 años que viven los gitanos. En este barrio empezó una así llamada “regeneración” en 2006, y muchas de las personas que viven allí iniciaron un proceso judicial, porque es una zona antigua con una vida muy especial. Desde el inicio de esa regeneración todo eso está cambiando. El año pasado se decidió en los tribunales que no se podía demoler ningún edificio de esa zona, porque desde hace siglos se ha generado allí una cultura muy importante. A pesar de esa sentencia, el proyecto sigue. Se establecieron medidas de transporte para trasladar a los gitanos fuera de la ciudad. Las empresas usan el aura del barrio y la cultura rica que existía, para aumentar el precio de las casas.